Una fuente fiable sobre muchos temas.
Los trastornos alimentarios como la anorexia, la bulimia y el trastorno por atracón afectan tanto a hombres como a mujeres. Son enfermedades graves que pueden provocar problemas físicos serios, como problemas cardíacos o insuficiencia renal.
Los trastornos alimentarios suelen ir asociados a otros problemas, como el estrés, la ansiedad, la depresión y el abuso de sustancias.
Aunque los trastornos alimentarios pueden afectar a personas de cualquier sexo y en cualquier etapa de la vida, son más frecuentes en adolescentes y mujeres jóvenes. De hecho, hasta el 13% de los jóvenes pueden sufrir al menos un trastorno alimentario antes de los 20 años. [1].
Echemos un vistazo a los 3 trastornos alimentarios más comunes.
Los tres trastornos alimentarios más comunes son :
Este trastorno alimentario se desarrolla generalmente en la adolescencia o al principio de la edad adulta y afecta más a las mujeres que a los hombres. [2].
Las personas que lo padecen se matan de hambre, lo que les lleva a un estado de agotamiento debido a la falta de alimentos.
Los síntomas comunes de la anorexia nerviosa incluyen :
Esta falta de nutrición puede afectar al organismo de diversas maneras:
Una persona que pesa al menos un 15% menos que el peso medio para su estatura generalmente carece de suficiente grasa corporal para mantener sus órganos y otras partes del cuerpo en buen estado de salud.
En casos extremos, este trastorno alimentario puede conducir a una desnutrición extrema e incluso a la muerte.
Al igual que la anorexia, la bulimia tiende a desarrollarse en la adolescencia y a principios de la edad adulta y parece ser menos frecuente en hombres que en mujeres.
Las personas con bulimia suelen comer cantidades inusualmente grandes de alimentos durante un periodo de tiempo determinado.
Los síntomas más comunes de la bulimia nerviosa son:
En el caso de la bulimia, los vómitos frecuentes y la falta de nutrición pueden causar los siguientes problemas
Este trastorno suele comenzar en la adolescencia y a principios de la edad adulta, aunque puede desarrollarse más tarde.
Las personas que padecen este trastorno presentan síntomas similares a los de la bulimia.
Por ejemplo, suelen comer cantidades inusualmente grandes de alimentos en periodos de tiempo relativamente cortos y sienten una falta de control durante los atracones.
Una persona que padece atracones suele ganar mucho peso y corre el riesgo de desarrollar diabetes, problemas cardíacos y otras enfermedades relacionadas con la obesidad, por no hablar de la indigestión y los sentimientos de culpa, depresión y vergüenza.
Los síntomas más comunes de este trastorno alimentario son
Los trastornos alimentarios también pueden causar problemas emocionales y de relación.
Cuando alguien está obsesionado con su peso, es difícil concentrarse en otra cosa.
Intentar controlar la ingesta de alimentos y el ejercicio puede ser agotador y abrumador, y puede encontrarse en un estado constante de estrés por la comida y su aspecto.
No es de extrañar que las personas con trastornos alimentarios se vuelvan más solitarias y menos sociables.
Los trastornos alimentarios también pueden consumir mucha energía mental. Quienes los padecen pueden obsesionarse con planificar qué comer; cómo evitar comer; planificar un atracón; conseguir dinero para comprar comida, laxantes u otros medicamentos; inventar excusas para ir al baño después de comer, o pensar en cómo decir a la gente de su entorno que quieren estar solos después de comer; etc.
Afortunadamente, los trastornos alimentarios pueden tratarse.
Las personas que sufren un trastorno alimentario pueden recuperarse y aprender gradualmente a corregir sus hábitos alimentarios.
En el tratamiento de un trastorno alimentario intervienen tanto el cuerpo como la mente, por lo que el tratamiento y la rehabilitación deben confiarse a médicos, profesionales de la salud mental y nutricionistas.
En muchos casos, la terapia familiar es esencial para restablecer unos hábitos alimentarios saludables.
Los padres y otros miembros de la familia desempeñan un papel importante a la hora de ayudar a la persona que necesita recuperar peso; que necesita afrontar el estrés u otros problemas emocionales sin comer compulsivamente; o que necesita aceptar la forma de su propio cuerpo frente a los estándares poco realistas que presenta nuestra cultura.
Aprender a sentirse cómodo con un peso saludable es un proceso. Lleva tiempo desaprender los malos comportamientos y sustituirlos por otros más saludables.
Ten paciencia. Puedes aprender a aceptar tu propio cuerpo, comprender tus hábitos alimentarios y descubrir el vínculo entre tus sentimientos y la comida.
Hay que recordar siempre que es importante afrontar estas dificultades con profesionales competentes y, sobre todo, contar con el apoyo de la propia familia.