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Muchos de nosotros subestimamos la relación entre el estrés y la pérdida de peso, y seguimos pensando que el aumento de peso se debe esencialmente a lo que comemos.
Sin embargo, esto no siempre es cierto y los factores psicológicos pueden tener un efecto muy decisivo sobre nuestro peso y nuestra salud en general.
Echemos un vistazo a los efectos del estrés sobre el peso.
El estrés se ha convertido en parte integrante de nuestra vida cotidiana.
Admitámoslo, es raro pasar un día sin enfrentarse a una situación estresante. Y está claro que este estado de ánimo tiene repercusiones negativas no sólo en nuestra salud, sino también en nuestro peso.
Por regla general, y para comprender mejor la relación entre este factor psicológico y el peso, hay que saber que cuando una persona se ve acosada por este estado de ánimo, busca refugio en la comida. Y no sólo come más de lo habitual, sino que tiende a ingerir alimentos excesivamente calóricos y azucarados.
Esto crea un círculo vicioso del que será difícil escapar.
Te estresas, comes más, te sientes culpable, te estresas aún más y comes aún más.
Para determinar la importancia de este factor en el control del peso, un estudio [1] se propuso estudiar los efectos bidireccionales del estrés laboral sobre el IMC en 7965 funcionarios británicos (5547 hombres y 2418 mujeres) con edades comprendidas entre los 35 y los 55 años.
El estudio se basó en el hecho de que algunas investigaciones anteriores se habían centrado en las asociaciones generales entre el estrés laboral y el índice de masa corporal (IMC), ignorando la posibilidad de que el estrés pudiera llevar a algunas personas a comer menos y perder peso, y a otras a comer más.
Los resultados sugieren que el efecto del estrés laboral sobre el aumento o la pérdida de peso depende del IMC inicial.
En las personas delgadas (IMC <22), el estrés laboral se asoció con la pérdida de peso.
Sin embargo, en los voluntarios con un IMC más elevado (> 27), el estrés se asociaba más con el posterior aumento de peso.
En otras palabras, este vínculo viene determinado por el peso inicial y la condición física de cada persona.
El cortisol, la hormona del estrés, está potencialmente en el centro del aumento o la recuperación de peso.
Según las investigaciones, el propio proceso de pérdida de peso es una fuente de estrés para algunas personas y puede provocar un aumento de los niveles de cortisol. Esto, a su vez, puede conducir a resultados contrarios a los esperados.
El aumento de esta hormona es considerado por los investigadores como un factor que contribuye a la obesidad.
Los científicos han intentado explorar las posibles conexiones entre la pérdida de peso, el cortisol y el cerebro.
La química Nancy L. Keim, el especialista en nutrición Kevin D. Laugero y sus colegas examinaron varios factores que pueden afectar al éxito del control del peso.
Su análisis incluyó la evaluación de los patrones de toma de decisiones de 29 mujeres voluntarias y la valoración de los cambios en sus niveles de cortisol, una hormona asociada al estrés. [2]
La pérdida de peso registrada y la calidad de la grasa perdida (masa grasa o masa magra) variaron mucho entre las voluntarias.
Esta variación se observó a pesar de que los voluntarios recibieron esencialmente la misma alimentación durante la fase de pérdida de peso, a excepción de la cena.
Los voluntarios perdieron entre 0 y 12,5 kg.
Los resultados sugieren que las futuras estrategias de pérdida de peso deberían basarse más en modelos individualizados si se quiere que tengan éxito.
Para averiguar más sobre los niveles de cortisol de los voluntarios, los científicos recogieron muestras de saliva a lo largo del día en dos fechas diferentes.
La primera muestra se tomó al inicio de la dieta de adelgazamiento y la otra al final.
El aumento de los niveles de cortisol se considera desde hace tiempo un indicador fiable de estrés psicológico, aunque también pueda deberse a otros factores.
Este estado psicológico se considera un factor que contribuye a la recaída de las personas mayores en los antiguos hábitos alimentarios y, por tanto, a la recuperación del peso.
“Descubrimos que las concentraciones de cortisol en nuestros voluntarios aumentaban en general desde el principio hasta el final de la fase de reducción de la dieta del estudio.
Es posible que la dieta les resultara estresante. Experimentaron un control externo sobre lo que comían, ya que les pedimos que comieran sólo los alimentos que les ofrecíamos.
Es más, cada persona tuvo que soportar la restricción durante 12 semanas, excepto quizás durante la comida del bufé. Es un tiempo relativamente largo.
Además de su asociación con el estrés, se cree que el cortisol afecta a nuestros hábitos alimentarios y a la forma en que nuestro cuerpo metaboliza la grasa”, señala Laugero.
“Algunos estudios en animales sugieren que el cortisol contribuye a la obesidad, pero esta asociación sigue siendo incierta y controvertida”.
Actuar sobre esta conexión requiere tiempo y paciencia. Pero no estás solo en la batalla.
Puedes utilizar ingredientes naturales que combatan eficazmente el estrés para tomar las riendas de tu vida.
También puedes explorar la posibilidad de combinar suplementos con ejercicios relajantes.
Aunque sea un pequeño cambio en tus niveles de estrés, puede ser suficiente para darte tiempo a pensar en lo que vas a hacer a continuación.
Además de tomar un suplemento antiestrés, puedes llevar un diario de alimentos para controlar lo que comes.
También puedes pedir ayuda a amigos y familiares para controlar el estrés.
Las técnicas de relajación también han demostrado su eficacia: yoga, música relajante, etc.
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