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¡Has decidido coger el toro por los cuernos! No soportas esos kilos de más y quieres hacerles la guerra. No es un mal propósito en sí mismo, pero ten cuidado con cómo lo llevas a cabo.
Demasiadas personas se embarcan en dietas insostenibles, se apuntan a un gimnasio para dejar de ir un mes después o se gastan una fortuna en supuestas píldoras “milagrosas”. Aquí tienes una lista de 10 razones por las que nunca perderás peso, y si puedes evitarlas, aumentarás tus posibilidades de éxito.
En primer lugar, una dieta draconiana es muy difícil de mantener a largo plazo y, desde luego, no es la forma correcta de perder peso. Para empezar, porque en cuanto la dejes, volverás a comer todo lo que te has prohibido y recuperarás todo el peso que has perdido, con un agravante aún mayor.
En segundo lugar, porque puede ser peligroso para el organismo consumir sólo un tipo de alimentos, o demasiados de ciertos nutrientes, y esto puede agotarlo a largo plazo, provocando efectos secundarios preocupantes. Y si sólo vas a estar de muy mal humor mientras dure la dieta y a hacer la vida imposible a los que te rodean, ¿qué sentido tiene?
Perder peso demasiado deprisa puede ser tentador, pero es sin duda una solución para olvidar, y que no funcionará a largo plazo.
Es más, después de varias dietas de este tipo, el cuerpo aprenderá a reducir sus necesidades energéticas, y corres el riesgo de engordar, aunque comas menos. Así que evita a toda costa este tipo de error dietético.
Como todo en la vida, el deporte es bueno, pero con moderación. A menudo combinado con una alimentación muy restrictiva, el deporte puede agotar el organismo.
Es más, muchas personas sedentarias, que a menudo no son deportistas para empezar, se embarcan en un programa digno de un entrenamiento de maratón de un día para otro. Todo ello puede alterar por completo el organismo, que ya está hambriento y es incapaz de seguir el ritmo.
¿Por qué tomárselo con calma cuando se trata de hacer deporte? En primer lugar, para que tu cuerpo pueda acostumbrarse suavemente a tu nuevo estilo de vida. En segundo lugar, porque si crees que haciendo deporte desaparecerán los kilos de la báscula, te equivocas.
Tu grasa corporal cambiará sin duda, lo que te dará una silueta más armoniosa y esbelta, pero el músculo pesa más que la grasa, así que ¡haz cuentas! El deporte es bueno para la moral y la salud, pero no es una solución milagrosa para adelgazar, ¡si es eso lo que esperas!
Por otra parte, intentar adelgazar sin cambiar de actividad física es una ilusión. No se puede adelgazar sentándose en el sofá. Perder peso pasa por cambiar de hábitos, y la actividad física forma parte de ello.
Así que no haga demasiado deporte, ni tampoco demasiado poco. Sobre todo porque no es difícil hacer un poco más de ejercicio a diario (ir a por el pan andando, llevar a los niños al colegio, pasear al perro más a menudo…). Hay muchas oportunidades y no tiene por qué parecerte una tarea pesada.
Picar todo el día es un hábito peligroso para la línea. En primer lugar, porque picar no responde a una necesidad de “comer”. Tu cuerpo no tiene hambre y le estás dando energía que no necesita y de la que podría haber prescindido.
Como resultado, acumulas calorías sin darte cuenta y, si echas cuentas, puedes duplicar fácilmente tus necesidades energéticas a lo largo del día. Es más, tu estómago se acostumbra a trabajar todo el tiempo, y se acostumbrará.
Sentirás una sensación de hambre que “sólo está en tu cabeza” todo el tiempo.
Así que aquí tienes un mal hábito fácil de evitar y que no te hará ningún bien. Algunas personas ya pierden algunos kilos con sólo dejar de picar.
Un pequeño consejo: si al principio la tarea te parece insuperable, planifica comer pequeños tentempiés para calmar tus ansias de picar: fruta, trocitos de queso bajo en grasa, etc.
¿Quién no se ha dicho alguna vez: “Vamos a hacer dieta juntas, así nos motivamos mutuamente? ¡Y cuando una de nosotras se venga abajo, arrastrará también a la otra! Perder peso es una cuestión personal, y varía de una persona a otra.
Para empezar, imponerse la misma dieta es una herejía, dado que cada individuo es diferente. Según tus antecedentes, los kilos que necesites perder y dónde estén almacenados, no necesitarás hacer las mismas cosas. Así que es una idea que deberías desterrar de tu mente, ¡a no ser que sea para pedir a tus amigos que no coman todo lo que no deben delante de ti!
Pesarte con demasiada frecuencia puede desanimarte si la pérdida de peso no está a la altura de tus expectativas. La báscula debe utilizarse una vez a la semana para controlar la pérdida de peso, pero no más que eso. Sería una pena desanimarse por la báscula.
Además, entre las variaciones hormonales del ciclo, la retención de líquidos y el estrés …., tu peso varía enormemente de un día para otro. Así que no tiene sentido pesarse todos los días.
Hacer la compra justo antes de comer te llevará a comprar muchos más alimentos que después de la comida. Hay estudios que lo demuestran. Así que prueba a ir al supermercado con el estómago lleno y verás cómo te tientan mucho menos los alimentos grasos o azucarados. Así te resultará más fácil cambiar a alimentos más sanos.
Aparte del doble trabajo que esto te supone, es probable que comer de forma diferente al resto de la familia te haga descomponerte rápidamente. No te estamos diciendo que pongas a toda la familia a dieta, pero cocinar comidas sanas, equilibradas y variadas para todos seguiría siendo la mejor solución.
Así que disfruta de comidas agradables y sabrosas con tu familia y cumplirás tus buenos propósitos a largo plazo.
Más vale que te acostumbres enseguida, seguro que hay momentos en los que te vienes abajo. Le pasa a todo el mundo y no significa que no vayas a conseguir perder peso. Si pierdes peso en una comida, intenta aligerar la siguiente para compensar.
No hace falta que te aísles de la vida social y dejes de salir con tus amigos por miedo a comer en exceso. Siempre puedes comer ensaladas y evitar el postre, pero comer bien de vez en cuando nunca ha impedido a nadie perder peso. Sólo es cuestión de no hacerlo con demasiada frecuencia.
Siempre has oído que, aunque no tengas hambre, tienes que forzarte para no comer demasiado en la siguiente comida, o darte un capricho con algo dulce o demasiado graso. Olvida este consejo.
Si no tienes hambre (a menos que estés enfermo), es porque tu cuerpo no cree necesitar energía en ese momento. Así que no le des calorías que no necesita y resérvate para cuando aparezca el hambre. Intenta aprender a reconocer las verdaderas señales del hambre y no las del ansia.